El etanol vive entre un universo de mitos y realidades. Podría ser una gran alternativa para reducir contaminación y costos, pero se ha visto frenado por el miedo del consumidor a dañar su auto. Nos metimos hasta la cocina de una fábrica de etanol, acompañados de los expertos de U.S. Grains Council en Indianápolis, para saber qué sí y qué no con este biocombustible.
¿Qué es exactamente el etanol?
El etanol ha estado entre nosotros mucho más tiempo del que imaginamos. De hecho, el primer Model T de Henry Ford fue diseñado para funcionar con etanol, aunque terminó yéndose por el camino de la gasolina porque en aquella época era más rentable.
El etanol es un biocombustible producido a partir de plantas. En Estados Unidos su producción a base de maíz, pero como en México el maíz es sagrado para toda nuestra dieta, recurrimos a la caña de azúcar como alternativa. De hecho, el auge de los endulzantes libres de calorías ha disminuido la demanda de azúcar, de modo que el excedente de producción de caña podría encontrar su solución en el etanol.
Su proceso de producción me recordó al del tequila o la cerveza: los granos de maíz se trituran y se dejan fermentar hasta que produzcan alcohol, del que se eliminan otras sustancias hasta crear algo similar a un destilado de maíz. La gran diferencia respecto a un destilado es que en este caso no se agrega ninguna sustancia para reducir su grado de alcohol, sólo se le añade un aceite especial para que no sea apto para consumo humano.
El etanol en sí mismo tiene un octanaje de 113 y, a diferencia de la gasolina, su composición química ya incluye oxígeno, lo que favorece una mejor combustión. En muchas ocasiones se utiliza como oxigenante de gasolinas, con lo que se reducen emisiones de hidrocarburos sin quemar y de monóxido de carbono.
Es cierto que la densidad energética del etanol es menor que la de la gasolina, es decir, obtendrás menos calor por quemar una gota de etanol que una de gasolina, sin embargo, la disminución de su costo hará que termines recorriendo más kilómetros con menos dinero. Por ejemplo, una mezcla con el 15% de etanol te costará entre 3 y 5% menos, pero tendrás un 98.5% de la energía en comparación con una mezcla del 10%.
Vas a pagar menos
Al hablar de etanol, al consumidor le importan dos cosas: cuánto va a pagar y cómo va a afectar al motor de su auto. Hablemos primero de dinero. El etanol es más barato de producir y se puede combinar con gasolinas económicas de bajo octanaje (de 84, por ejemplo); la mezcla, al final, deja al combustible con el octanaje necesario para que el motor funcione de manera óptima. La gasolina en Estados Unidos cerca de la frontera con México es más barata tanto por los impuestos, como por su mezcla con del 10% con etanol.
La gasolina mezclada con etanol ya se utiliza en 65 países, entre los que se incluyen Brasil, Colombia, Canadá, Inglaterra, Estados Unidos y la Unión Europea. Incluso China, Costa Rica y Bolivia ya se encuentran evaluando programas de mezcla de combustibles y producción.
Existen distintos tipos de mezclas, como las E10, E15 y hasta E85, cuyo número indica el porcentaje de etanol incluido. El Departamento de Energía de Estados Unidos hizo un estudio en el que descubrió que los materiales utilizados en los componentes mecánicos de autos a partir de 2011 son capaces de soportar hasta un 15% de etanol. Los Flex Fuel soportan hasta un 85%.
Hay dos motivos por los que una mezcla alta de etanol en un vehículo común podría ser perjudicial si no está avalada por el fabricante: por un lado el agua, residuo de la combustión de etanol, podría corroer algunas piezas, por el otro, un exceso de octanaje podría dañar al motor; los autos están diseñados para funcionar con cierto rango de octanaje. Las mezclas del 10 al 15% son seguras para cualquier vehículo.
Los altos niveles de octanaje permiten que los motores trabajen a presiones más altas y, por lo tanto, eso incrementa la eficiencia y la potencia. Por eso algunos modelos Flex Fuel del mercado brasileño reportan cifras de poder más altas que en el resto de Latinoamérica, aun cuando se trata del mismo motor: con etanol se puede obtener un poco más de potencia.
La guerra contra el etanol
Si el etanol trae todos estos beneficios, ¿por qué no se está utilizando? La respuesta es sencilla: en México se utiliza otra sustancia como oxigentante para la gasolina. Se llama MTBE (éter metil tert-butílico) y, aunque funciona, resulta perjudicial para la salud y el medio ambiente.
El MTBE está prohibido o limitado en Estados Unidos desde hace varios años. En 1998, la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente) descubrió que el MTBE estaba contaminando las reservas de mantos acuíferos, por lo que en el 2000 anunció su eliminación gradual de Estados Unidos. Fue reemplazado por etanol.
Dado que el MTBE no tiene futuro en los combustibles en Estados Unidos, México se convirtió en su principal mercado. En 2018 se vendió el 65% de la producción estadounidense de este químico a México, más del 80% importado desde Houston. Dado que el etanol no está permitido en grandes ciudades como Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, el MTBE se convierte en la única opción.
Algunos estudios mencionados por representantes del MTBE aseguraban que la introducción de etanol incrementa las emisiones de gases invernadero, sin embargo, el Instituto Mexicano del Petróleo demostró en 2017 que una mezcla del 10% de etanol en la gasolina no produciría más ozono y que, de hecho, reduce las emisiones suspendidas PM10 y PM2.5, responsables de cáncer en vías respiratorias. Otros estudios han demostrado que con motores modernos —de 2012, por ejemplo— tampoco hay un incremento de las emisiones de óxido nitroso.
Un combustible más amigable con el ambiente
Muchos asociamos el etanol con mercados emergentes poco regulados, sin embargo, sus principios de producción están contemplados incluso en el acuerdo de París COP21, donde además se menciona que puede reducir entre un 40 y un 90% las emisiones de gases invernadero.
En números más terrenales, el Renewable Fuel Standard (RFS) de Estados Unidos consiguió que durante sus 10 primeros años se redujeran 589.33 millones de toneladas de emisiones de carbono, es decir, el equivalente a haber sacado de circulación a 124 millones de autos, todo esto según cifras de la Organización de Innovación en Biotecnología.
La reducción de contaminación también tiene una repercusión positiva en la salud. La Universidad de Illionois realizó un estudio sobre la disminución de emisiones gracias al etanol en cinco grandes ciudades en Estados Unidos. Con mezclas de E10 se redujo un 15.2%, mientras que mezclas de E20 lograron llevarlo hasta 31.7%.
Un biocombustible que no debemos ignorar
En resumen, la mezcla correcta de gasolina con etanol no tiene ningún efecto negativo en vehículos de 2001 en adelante. El octanaje se mantiene —o se eleva—, mientras el costo de producción y de venta se reduce y las emisiones de gases contaminantes disminuyen. La decisión queda en manos del gobierno, que debe regular la producción de etanol y cómo es que las gasolineras lo mezclan.
Si tu auto no está preparado para quemar más de un 10 o 15% de etanol, no lo hagas. El indicador de que puede hacerlo es una placa Flex Fuel —comúnmente encontrada en modelos de Ford o General Motors—, sin embargo, no hay gasolineras que vendan la mezcla del 85% de etanol que pueden soportar estos modelos.
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La noticia El etanol no es un enemigo: así de bueno puede ser en la proporción correcta fue publicada originalmente en Motorpasión México por Gerardo García .
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