El Volkswagen Polo siempre ha querido ser un Golf chiquito. Como consecuencia, hoy se enfrenta al mismo desafío que su hermano mayor: nadar a contracorriente en una categoría que cada vez se hace más pequeña, la de los hatchbacks. Su nueva generación no llega temprano a México, pero sí lo hace con la ambición de arrebatarle terreno a Swift, Ibiza y Rio. Viajé hasta Sao Paulo para conocerlo antes de su lanzamiento en nuestro país.
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A lo largo de su trayectoria, el Polo se ha fabricado en distintos rincones del mundo para México. Al principio se importaba desde Brasil, luego lo hizo desde España y hasta hace unos meses nos llegaba desde India. El modelo 2023 volverá desde Brasil, con una nueva generación que se estrenó a nivel global en 2018 y se rediseñó hace tan solo un par de semanas —para Latinoamérica.
Respecto al último Polo que tuvimos en México, la transformación es total; respecto a la nueva generación, lanzada en Europa y en Latinoamérica hace 3 años, la renovación ha sido discreta. Los faros reciben algunos retoques —son de LED en toda la gama— y la fascia adopta un estilo similar al del Golf 8. Las calaveras estrenan una mica gris, el parachoques luce más deportivo y nuevos juegos de rines entran al portafolio.
Este Polo fue desarrollado a partir de la misma plataforma MQB A0 que mueve a Ibiza, a Nivus y a Arona; T-Cross y Virtus también la emplean, pero en una configuración más larga. Con esta arquitectura, Volkswagen pudo introducir motores más avanzados, tecnología compartida con modelos topes de gama y una conducción de mejor nivel. Pero vamos por partes.
El interior te va a parecer conocido
Abrir las puertas del nuevo Polo es como llegar a casa, si estás familiarizado con la cabina de T-Cross, de Virtus o de Nivus. Prácticamente encontraremos los mismos interiores. El protagonismo se lo lleva una pantalla táctil de 10” con un atractivo acabado —es Gorilla Glass, por cierto— y la intuitiva interfaz VW Play, que próximamente permitirá descargar aplicaciones en México para acceder a servicios en línea. Eso, sumado a un cuadro de instrumentos —completo, no como el de T-Cross o Virtus— y un nuevo panel táctil para el A/C complementan el sabor hi-tech del nuevo Polo.
Como buen Volkswagen, el diseño interior es discreto, pero sumamente funcional. Todos los botones, perillas y palancas están en el lugar correcto. Quizá lo único que se extraña es una combinación de tonos más atrevida o una selección de materiales más vanguardista, sobre todo al saber que es uno de los modelos más joviales de la marca. No se siente económico, pero todas las piezas son en escala de grises y fabricadas en plástico rígido.
El equipamiento, al menos en Brasil y en la versión Highline que probé, está compuesto por faros de LED de encendido automático, espejo retrovisor electrocrómico, sensores de proximidad, cámara de reversa, llave inteligente, cargador inalámbrico y compatibilidad inalámbrica con Android Auto y Apple CarPlay. No sabemos aún bajo qué configuración llegará a México, pero Volkswagen nos cuenta que será su modelo más accesible —incluso abajo de Virtus—, así que podemos esperar una gama amplia.
El talón de Aquiles al hablar de interiores y equipamiento está en la seguridad. Al menos en Brasil, Volkswagen decidió venderlo únicamente con cuatro airbags. La estructura es sólida y el control electrónico de estabilidad se incluye en todas las versiones, pero indudablemente la categoría camina hacia estandarizar los seis airbags. Afortunadamente la filial mexicana está negociando con la fábrica de Brasil la posibilidad de incluir los airbags de tipo cortina para nuestro mercado.
Respecto a practicidad y espacio, Polo cumple. Nadie se compra este auto esperando la cabina más amplia —para eso está Virtus— pero los 4 metros de largo están bien aprovechados, tanto en la cajuela, como en el espacio para la banca trasera. Además hay dos puertos USB y salidas de A/C para quienes van sentados atrás.
Lo mejor está al volante
Ningún subcompacto está obligado a provocar emoción en su manejo. Son, en su mayoría, modelos desarrollados para ir cómodamente de A a B sin acribillar la cartera. El Volkswagen Polo sí despierta algo al momento de conducirlo, y todo se lo debe a la plataforma MQB. Como lo hemos dicho en repetidas ocasiones, esta plataforma aporta un nivel de manejo sobresaliente para un subcompacto.
¿Es deportivo? No. Ni pretende serlo. Lo que transmite es muchísima sensación de confianza y de conexión con el conductor. Se apoya correctamente en curvas, la dirección reacciona rápido y la carrocería se inclina menos de lo esperado, dando como resultado un auto que permite pasar por curvas con más aplomo que la mayoría de los subcompactos. O sea, más rápido. Más divertido. Ahí está su gracia, sin que eso implique renunciar a un buen grado de amortiguación y de aislamiento.
En Brasil sólo está disponible con motores de 1.0 litro: uno atmosférico y otro turbo. El atmosférico no vale la pena mencionarlo, porque no lo veremos en México; el turbo, aunque no está confirmado, es muy probable que llegue a nuestras calles. En su configuración brasileña, este 1.0 TSI desarrolla 114 hp y 122 lb-pie, empatado a una caja manual de cinco cambios o una Tiptronic de seis. Manejé el automático.
Este motor ya lo he probado en Nivus, en Ibiza, en T-Cross y en A1. Casi siempre es igual: en el rango correcto de revoluciones, se siente sobrado de poder para un subcompacto. No es explosivo. No es deportivo. Es eficiente y provee reacciones más impetuosas que la mayoría de los subcompactos. ¿Su pecado? Turbolag al arrancar, que obliga a llevar el pedal del acelerador hasta el fondo tras pasar topes o al querer incorporarse a vías rápidas.
Debo confesar que en este Polo no sentí tan drástico el turbolag, pero se debe a las circunstancias: en primer lugar, estábamos a tan solo 750 metros sobre el nivel del mar; en segundo, el tanque iba cargado de etanol, que siempre da un punch extra.
¿Qué esperar del Volkswagen Polo 2023 para México?
El Volkswagen Polo 2023 llegará a México el próximo año, en el transcurso de la primavera. La marca no nos ha dicho en qué versiones, con qué motores ni a qué precio, pero podemos estimar un rango de entre 300,000 y 380,000 pesos, para una gama con motores de 1.6 litros o 1.0 TSI.
Frente a sus rivales, a favor tiene una construcción sólida, un manejo impecable para un subcompacto y el grado de practicadad correcto, pero la configuración de seguridad puede ser crucial para determinar su propuesta de valor. ¿4 airbags son suficientes? Habrá quien lo piense así. En todo caso, esperemos que Volkswagen de México convenza a Brasil de fabricárnoslo con airbags de tipo cortina. Viendo a Nivus en la misma fábrica —y, por cierto, con exactamente las mismas puertas— sabemos que pueden.
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La noticia Volkswagen Polo 2023, manejamos la nueva generación que estará en México el próximo año fue publicada originalmente en Motorpasión México por Gerardo García .
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